jueves, 1 de septiembre de 2011

EL DHAULAGIRI DE CARLOS SORIA

En el vuelo a Katmandú coinciden el himalayista más veterano y una de las más jóvenes 
[Fuente: Darío Rodríguez - Desnivel] Una despedida más en el aeropuerto para la familia Soria. No ha querido tampoco dejar de despedirle su inseparable amigo Antonio Riaño (seis décadas de amistad les unen), Carlos Muñoz Repiso, Manolo Oronoz, y Pepe Hurtado –presidente de Peñalara, su club de toda la vida–.  

Carlos Soria no sufre en las despedidas, tampoco su familia. Cuando le pregunto al respecto me responde simplemente “gajes de la edad”. En el aeropuerto varios periodistas le entrevistan. Uno de ellos le pregunta qué hará cuando termine de completar los catorce ochomiles. “Seguir haciendo alpinismo y aprender a pilotar planeadores”. Quizás éste sea el secreto de la eterna juventud de Carlos Soria: la edad nunca es excusa para dejar de hacer nada. Siempre tiene proyectos e ilusiones en la cabeza.

Para Carlos partir por fin al Dhaulagiri es una liberación. Le apasiona entrenar pero los últimos días han sido una locura con televisiones, radios, periódicos, revistas… que no paraban de llamarle para hacerle entrevistas. Algo que Carlos siempre hace amablemente aunque suavemente refunfuñe: “También tengo que hacer otras cosas, y tanto periodista no me deja entrenar”.

En el aeropuerto el problema es el de siempre cuando se parte de expedición: el exceso de equipaje. Por suerte la compañía aérea Quatar tiene una cierta flexibilidad con Carlos Soria, a quien tan a menudo ven partir. Algo que la expedición agradece.

En el mismo vuelo a Katmandú han coincidido el himalayista más veterano y una alpinista joven de nuestro país: la murciana Lucía López Ferrandiz, 23 años, que marcha “sola” al Cho Oyu donde compartirá permiso con una expedición internacional de la que no conoce a ninguno de sus 10 componentes.

Lucía ya intentó el Cho Oyu la primavera del año pasado, cuando contaba solo 21 años, y alcanzó los 8.049 metros. Tan joven vivió la dramática experiencia del fallecimiento de un compañero de 52 años, el ruso Sergei Nikitin, por causas desconocidas, quizás un infarto. Era la persona con la que mantenía mejor relación de la expedición y esto le afectó. Sin embargo no dudó en hacer un intento final con un sherpa al que consiguió convencer cuando ya su expedición había marchado del campo base. Fueron 5 días de ascensión muy dura, con mal tiempo (el sherpa no quería esperar en el campo base y la ventana de buen tiempo estaba prevista para al cabo de unos días). No durmieron prácticamente en aquellos cinco días y los dos últimos se quedaron sin comida. Pero Lucía regresa al Cho Oyu, que será, quizás, su primer ochomil.

Resulta bello contemplar la conversación entre este veterano del Himalaya y esta joven cuyo rostro resplandece con una sonrisa mientras habla con Carlos Soria, quien le da algunos consejos para su ascensión. El  Cho Oyu fue una de las montañas que Carlos ha ascendido más rápidamente: en solo diez días desde que llegó al campo base. Soria le aconseja que no duerma en el campo 1, que suba directamente al campo 2. También qué tome aspirinas durante la expedición, algo que ella no hacía.

Al aterrizar en Katmandú se despiden este veterano y esta joven a quienes separan cuatro décadas pero comparten la misma pasión por las grandes montañas. ¿En qué otros deportes se puede ver algo así: deportistas de alto nivel a quienes separan cuatro décadas?

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